martes, 12 de marzo de 2013

FRAGMENTOS TRAICIONADOS XV. VERANO (Homenaje a un gran amigo).

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La casa al otro lado de la calle tiene nuevos propietarios, una pareja más o menos de su edad con hijos pequeños y un BMW. Él no les presta atención hasta que un día llaman a su puerta.
  • Hola, soy David Truscott, tu nuevo vecino. Me he dejado la lleve dentro de casa y no puedo entrar. ¿Me permitirías llamar por teléfono? –Y entonces, como una ocurrencia tardía-: ¿No te conozco?
Se produce el reconocimiento. En efecto, ambos se conocen. En 1952, David Truscott y él iban a la misma clase de sexto curso en la escuela secundaria Saint Joseph. Él y David Truscott podrían haber avanzado uno al lado del otro durante el resto de la enseñanza media, de no ser porque David no entendía ni papa de álgebra, ni siquiera lo más esencial, que la x, la y y la z estaban allí para liberarte del tedio de la aritmética. David tampoco acabó de manejarse con el latín… con el subjuntivo, por ejemplo. Incluso a edad tan temprana, le parecía evidente que estaría mejor fuera de la escuela, lejos del latín y el álgebra, contando billetes en un banco o vendiendo zapatos.
Pero, a pesar de que le abroncaban continuamente por no comprender las cosas (broncas que él aceptaba aunque de vez en cuando las lágrimas le empañaban las gafas), David persistió en sus estudios, sin duda porque sus padres le obligaban a ello. Pese a las dificultades, se las arregló para superar sexto y luego séptimo y así hasta décimo, y ahora helo aquí, veinte años después, pulcro, vivaz y próspero, y, según se revela, tan absorto en sus asuntos profesionales que por la mañana, al salir de casa para ir a la oficina, se le ha olvidado la llave dentro y, puesto que su mujer se ha llevado a los niños a un fiesta, no puede entrar en su vivienda.
Y a qué te dedicas? —le pregunta a David, más que curioso.
—Al marketing. Trabajo en el grupo Woolworth. ¿Y tú qué haces?
—Pues me encuentro entre una cosa y otra. He dado clases en una universidad de Estados Unidos, y ahora estoy buscando un puesto aquí.
—Bueno, hemos de reunirnos. Deberías venir a tomar una copa, a cambiar impresiones. ¿Tienes hijos?
—Soy un hijo. Quiero decir que vivo con mi padre. Se está haciendo mayor, necesita que cuiden de él. Pero pasa, hombre. El teléfono está ahí.
Así pues, David Truscott, que no entendía la x y la y, es un floreciente experto en marketing, mientras que él, que no tuvo la menor dificultad para entender la x, y la y, junto con otras muchas cosas más, es un desempleado intelectual. ¿Qué indica esto sobre el funcionamiento del mundo? Lo más evidente que parece indicar es que el camino que conduce a través del latín y el álgebra no es el camino hacia el éxito material. Pero puede indicar mucho más: que comprender las cosas es una pérdida de tiempo, que si quieres tener éxito en el mundo, una familia feliz, una bonita casa y un BMW no deberías tratar de comprender las cosas, sino tan solo sumar las cifras o pulsar los botones o hacer cualquier otra cosa que haga la gente de marketing y por la que son tan espléndidamente recompensados.
El caso es que David Truscott y él no se reunieron para tomar la copa prometida y mantener la charla prometida. Si algún atardecer resulta que él se encuentra en la parte delantera del jardín rastrillando hojas a la hora en que David Truscott regresa del trabajo, los dos se saludan como buenos vecinos, agitando la mano o inclinando la cabeza desde el otro lado de la calle, pero eso es todo. El ve un poco más a la señora Truscott, una mujer menuda y pálida que siempre está metiendo prisa a los niños para que suban o bajen del segundo coche pero David no se la ha presentado y él no ha tenido ocasión de hablar con ella. La vía Tokai es una avenida de mucho tráfico, peligrosa para los niños. No hay ninguna buena razón para que los Truscott crucen a su lado o para que él cruce al de ellos.

J.M. COETZEE

ACTIVIDADES:

1. Busca información del autor y la obra. ¿Cuál era el problema de su país? ¿Qué te parece la figura de Mandela? Si has visto Invictus haz un comentario sobre la película.

1. ¿Qué es un desempleado intelectual? ¿crees qué pueden proporcionar algún beneficio a la sociedad?

2. Explica esto con tus palabras: Lo más evidente que parece indicar es que el camino que conduce a través del latín y el álgebra no es el camino hacia el éxito material.

3. ¿Por qué dice el autor lo siguiente: "comprender las cosas es una pérdida de tiempo, que si quieres tener éxito en el mundo, una familia feliz, una bonita casa y un BMW no deberías tratar de comprender las cosas, sino tan solo sumar las cifras o pulsar los botones o hacer cualquier otra cosa que haga la gente de marketing y por la que son tan espléndidamente recompensados"? Estás de acuerdo con él. ¿Puede tener la filosofía algo que ver con este planteamiento?

5. ¿Cuál es el sentido de este fragmento: "La vía Tokai es una avenida de mucho tráfico, peligrosa para los niños. No hay ninguna buena razón para que los Truscott crucen a su lado o para que él cruce al de ellos"

6. Haz una redacción (a favor o en contra) acerca de la importancia de la cultura, de las humanidades en una sociedad como la nuestra. 

martes, 5 de marzo de 2013

FRAGMENTOS TRAICIONADOS XIV: Un texto sobre el absurdo...


La filosofía de Nietzsche es objeto de muchas interpretaciones. Una de ellas, muy fecunda, es la filosofía existencial. Uno de los representantes de dicho movimiento es Albert Camus. Y uno de los textos más significativos, entre otros, es El mito de Sísifo. Ensayo sobre el absurdo (1943). En esta obra expone su “filosofía del absurdo” - “juzgo que la noción de lo absurdo es esencial y puede figurar como la primera de mis verdades” - tema central en toda su obra: el absurdo nace de la confrontación entre la experiencia del mundo y el “deseo desenfrenado de claridad”. Encontrar una salida al absurdo es muy difícil desde la filosofía, es más fácil aferrarse al consuelo y la esperanza que ofrece la religión. Sin embargo, tres consecuencias sacará Camus de lo absurdo: “mi rebelión, mi libertad y mi pasión”. En La peste (1947), por ejemplo, una novela filosófica, la vivencia de lo absurdo llega al máximo bajo la figura del sufrimiento del inocente; la peste es símbolo de la misma vida humana y, en ésta como en aquélla, en cualquier momento puede saltar agazapada la enfermedad fatídica y horrorosa, como el absurdo.
Pero, por ahora, vamos a centrarnos en el siguiente texto.

EL CUENTO ES EL SIGUIENTE.

El mito de Sísifo

Los dioses habían condenado a Sísifo a empujar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso. Habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza.
Si se ha de creer a Homero, Sísifo era el más sabio y prudente de los mortales. No obstante, según otra tradición, se inclinaba al oficio de bandido. No veo en ello contradicción. Difieren las opiniones sobre los motivos que le convirtieron en un trabajador inútil en los infiernos. Se le reprocha, ante todo, alguna ligereza con los dioses. Reveló sus secretos. Egina, hija de Asopo, fue raptada por Júpiter. Al padre le asombró esa desaparición y se quejó a Sísifo. Éste, que conocía el rapto, se ofreció a informar sobre él a Asopo con la condición de que diese agua a la ciudadela de Corinto. Prefirió la bendición del agua a los rayos celestes.
Por ello le castigaron enviándole al infierno. Homero nos cuenta también que Sísifo había encadenado a la Muerte. Plutón no pudo soportar el espectáculo de su imperio desierto y silencioso. Envió al dios de la guerra, quien liberó a la Muerte de manos de su vencedor. Se dice también que Sísifo, cuando estaba a punto de morir, quiso imprudentemente poner a prueba el amor de su esposa. le ordenó que arrojara su cuerpo sin sepultura en medio de la plaza pública. Sísifo se encontró en los infiernos y allí irritado por una obediencia tan contraria al amor humano, obtuvo de Plutón el permiso para volver a la tierra con objeto de castigar a su esposa. Pero cuando volvió a ver este mundo, a gustar del agua y el sol, de las piedras cálidas y el mar, ya no quiso volver a la sombra infernal.
Los llamamientos, las iras y las advertencias no sirvieron para nada. Vivió muchos años más ante la curva del golfo, la mar brillante y las sonrisas de la tierra. Fue necesario un decreto de los dioses. Mercurio bajó a la tierra a coger al audaz por la fuerza, le apartó de sus goces y le llevó por la fuerza a los infiernos, donde estaba ya preparada su roca. Se ha comprendido ya que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es en tanto por sus pasiones como por su tormento. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser dedica a no acabar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta tierra. No se nos dice nada sobre Sísifo en los infiernos. Los mitos están hechos para que la imaginación los anime. Con respecto a éste, lo único que se ve es todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla a subir una pendiente cien veces recorrida; se ve el rostro crispado, la mejilla pegada a la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra. Al final de ese largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, se alcanza la meta. Sísifo ve entonces como la piedra desciende en algunos instantes hacia ese mundo inferior desde el que habrá de volverla a subir hacia las cimas, y baja de nuevo a la llanura. Sísifo me interesa durante ese regreso, esa pausa. Un rostro que sufre tan cerca de las piedras es ya él mismo piedra.
Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá. Esta hora que es como una respiración y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia. En cada uno de los instantes en que abandona las cimas y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, es superior a su destino. Es más fuerte que su roca. Si este mito es trágico, lo es porque su protagonista tiene conciencia.
¿En qué consistiría, en efecto, su castigo si a cada paso le sostuviera la esperanza de conseguir su propósito? El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo.
Pero no es trágico sino en los raros momentos en se hace consciente. Sísifo, proletario de los dioses, impotente y rebelde conoce toda la magnitud de su condición miserable: en ella piensa durante su descenso. La clarividencia que debía constituir su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no venza con el desprecio.
Por lo tanto, si el descenso se hace algunos días con dolor, puede hacerse también con alegría. Esta palabra no está de más. Sigo imaginándome a Sísifo volviendo hacia su roca, y el dolor estaba al comienzo. Cuando las imágenes de la tierra se aferran demasiado fuertemente al recuerdo, cuando el llamamiento de la dicha se hace demasiado apremiante, sucede que la tristeza surge en el corazón del hombre: es la victoria de la roca, la roca misma. La inmensa angustia es demasiado pesada para poderla sobrellevar. Son nuestras noches de Getsemaní.
Sin embargo, las verdades aplastantes perecen al ser reconocidas. Así, Edipo obedece primeramente al destino sin saberlo, pero su tragedia comienza en el momento en que sabe. Pero en el mismo instante, ciego y desesperado, reconoce que el único vínculo que le une al mundo es la mano fresca de una muchacha. Entonces resuena una frase desesperada: «A pesar de tantas pruebas, mi edad avanzada y la grandeza de mi alma me hacen juzgar que todo está bien». El Edipo de Sófocles, como el Kirilov de Dostoievsky, da así la fórmula de la victoria absurda. La sabiduría antigua coincide con el heroísmo moderno. No se descubre lo absurdo sin sentirse tentado a escribir algún manual de la dicha. «¿Cómo? ¿Por caminos tan estrechos...?». Pero no hay más que un mundo. La dicha y lo absurdo son dos hijos de la misma tierra. Son inseparables. Sería un error decir que la dicha nace forzosamente del descubrimiento absurdo. Sucede también que la sensación de lo absurdo nace de la dicha. «Juzgo que todo está bien», dice Edipo, y esta palabra es sagrada. Resuena en el universo y limitado del hombre. Enseña que todo no es ni ha sido agotado. Expulsa de este mundo a un dios que había entrado en él con la insatisfacción y afición a los dolores inútiles. Hace del destino un asunto humano, que debe ser arreglado entre los hombres. Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa. Del mismo modo el hombre absurdo, cuando contempla su tormento, hace callar a todos los ídolos.
En el universo vuelto de pronto a su silencio se alzan las mil vocecitas maravillosas de la tierra. Llamamientos inconscientes y secretos, invitaciones de todos los rostros constituyen el reverso necesario y el premio de la victoria. No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche. El hombre absurdo dice que sí y su esfuerzo no terminará nunca. Si hay un destino personal, no hay un destino superior, o, por lo menos no hay más que uno al que juzga fatal y despreciable. Por lo demás, sabe que es dueño de sus días. En ese instante sutil en que el hombre vuelve sobre su vida, como Sísifo vuelve hacia su roca, en ese ligero giro, contempla esa serie de actos desvinculados que se convierten en su destino, creado por él, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado por su muerte. Así, persuadido del origen enteramente humano de todo lo que es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando.
Dejo a Sísifo al pie de la montaña. Se vuelve a encontrar siempre su carga. Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. Él también juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada trozo mineral de esta montaña llena de oscuridad forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre.
Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.


ACTIVIDADES.
  1. Busca información relevante sobre Camus.
  2. Busca información relevante sobre las características principales del existencialismo.
  3. ¿Podemos decir qué el mundo es absurdo? Explica tu posición al respecto.
  4. Explica la siguiente frase del texto: Si este mito es trágico, lo es porque su protagonista tiene conciencia.
  5. ¿De qué dos aspectos puede nacer el absurdo, según Camus?, ¿estás de acuerdo con él?
  6. ¿En qué sentido puedes imaginar a Sísifo dichoso?
  7. Explica la siguiente frase del texto: Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada trozo mineral de esta montaña llena de oscuridad forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre.